miércoles, 18 de mayo de 2011

Entrevista a Antonio Gea, árbitro de Tercera División


“El nivel del arbitraje español es muy alto”

P - ¿Por qué decidió dedicarse al arbitraje?

R - Mi afición es el fútbol de toda mi vida. Cuando en el penúltimo año de juvenil (hace ya ocho años) viendo que mis posibilidades de llegar más alto eran escasas, decidí informarme sobre los cursos que organizaba la federación de fútbol para seguir ligado a este deporte. El arbitraje siempre me había llamado la atención y el ver un cartel de captación de jóvenes árbitros, hizo que me inclinase por el arbitraje. Aspecto muy importante en mi vida que me da muchas alegrías, junto con grandes amigos y una ayuda económica que ha hecho que sea poco a poco autosuficiente. No obstante con el paso de los años también realicé el curso de Instructor de Fútbol Base y en un futuro no muy lejano seguiré aumentando mis conocimientos en la materia.

P - Uno de los problemas en estas categorías es la seguridad, sin ir más lejos un compañero suyo recibió una agresión por parte de un jugador. ¿Alguna vez ha visto en riesgo su integridad física?

R - Hoy por hoy el tema de las agresiones son casos aislados; venimos de décadas donde el fútbol era la válvula de escape de todas las frustraciones personales y aún quedan pequeños ápices de violencia…
En los ocho años que llevo ligado al Colegio Murciano de Árbitros he tenido momentos buenos y malos, siendo los malos muy escasos y de los cuales prefiero no acordarme; pero eso sí, de todo se aprende y el control de las emociones, la psicología y el saber evitar confrontaciones, forma parte de nuestra formación.
Lo que sí puedo decir es que cada vez que hay una agresión a un árbitro, es como si nos agrediesen a cada uno de nosotros, lo interiorizamos y podemos ponernos en el lugar del otro y saber por lo que está pasando.

P - ¿Qué le parece el nivel del arbitraje español? ¿A qué colegiado admira y le gustaría parecerse?

R - El nivel del arbitraje español puedo asegurar que es muy alto. Por comentarios de la prensa o por momentos concretos de partidos, se puede opinar lo contrario, pero en realidad el porcentaje de acierto es muy alto, son personas muy preparadas, que llevan mucho tiempo lidiando en los campos de fútbol, cuya experiencia es indudable y que por lo menos deberían merecer nuestro respeto.
Por lo que puedo conocer de primera persona, el arbitraje regional, y más concretamente el de Tercera División y Territorial Preferente, goza de muy buena salud, por la exigencia tanto física como técnica, la cual es máxima y la seriedad con la que afrontamos los partidos, hace que día a día vayamos mejorando. No obstante somos personas, podemos fallar.
A nivel nacional el árbitro en que me fijo podría ser Muñiz Fernández, pero tampoco me centro en uno solo, intento adoptar lo que considero mejor tiene cada uno.

P - ¿Cuál ha sido el partido más complicado que le ha tocado arbitrar?

R - Pues sinceramente ahora no me acuerdo de ninguno en concreto, todos los partidos son iguales a un 90%, todo depende de la actitud de los jugadores, técnicos y las situaciones difíciles que te vas encontrando y cómo las vas sacando. Podría decir que mi último partido Mar Menor-Plus Ultra, pese a lo abultado del resultado, no fue un partido cómodo.
Si la dificultad del partido la podemos justificar por la categoría del mismo, el año pasado arbitré uno correspondiente a la fase de ascenso a Segunda División B entre el Almería B y el PD de Santa Eulalia de Ibiza.

P - ¿Cuál es la preparación física que debe seguir un árbitro profesional?

R - Lo primero de todo, precisar el término “profesional” porque es susceptible de interpretación. Podríamos hablar de profesionalidad si el árbitro dirige partidos correspondientes a Primera o Segunda División, pero en el terreno laboral, el término profesional, conlleva dedicación exclusiva, cosa que en el arbitraje hoy en día no existe. Cada uno tiene su trabajo o continúa estudiando. No puedo saber exactamente cuál es el plan de entrenamientos de los árbitros de Primera o Segunda, pero de lo que sí te puedo hablar es de la de los árbitros de Tercera y Preferente.
Tenemos entrenamientos cuatro días a la semana obligatorios (puntuables para la clasificación final de temporada) y pruebas físicas cada tres meses, más las correspondientes para los curso de ascenso, de lo cual se puede deducir que para ser árbitro, el aspecto físico es muy importante.

P - ¿Qué balance personal hace de su temporada? ¿Seguirá arbitrando el año que viene?

R - El balance es positivo. He quedado clasificado entre los diez primeros que optan al curso de preselección de árbitros para Segunda División B.
Mi objetivo año tras año siempre es el ascenso, ir superándome, levantándome de los malos momentos, e ir mejorando para que la imagen del colectivo a nivel personal y a nivel colectivo sea la óptima.

P - El fútbol no ha podido escapar a la crisis, ¿usted tiene otro trabajo aparte del arbitraje? ¿Cuánto cobra usted por arbitrar si no es molestia saberlo?

R - Estoy cursando mis últimas asignaturas de la Licenciatura en Derecho y llevo más de un año introduciéndome en el terreno laboral en un despacho de abogados que tras hacer el Practicum, me dieron la oportunidad de quedarme con ellos trabajando.
En cuanto a lo que cuesta cada partido de Tercera División es público: el recibo unificado son  500 euros. Al ser público considero que también y sin ningún problema, debe serlo lo que en definitiva se nos queda para nosotros.
Un árbitro de Tercera División puede cobrar en bruto (sin descontar gastos de kilometraje) entre 150 y 220 euros (dependiendo de la lejanía del destino); mientras que un asistente cobra en neto entre 67 y 81 euros.
Se puede considerar que es una cantidad elevada, pero en realidad un árbitro como cualquier equipo, se prepara el partido desde el lunes momento en el que sabe el partido que le toca, entrenando casi todos los días, estudiando las Reglas de Juego, Reglamento, Estatutos, quedando con los asistentes para preparar el partido, etc. Nosotros también nos jugamos mucho en cada partido, y debemos concentrarnos al 150% y no ser susceptible a interferencias externas.

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